Por Sol Bonato
En el siglo XX la maternidad era reivindicada como la función de la mujer por excelencia, pero dejando absolutamente en claro que el acto reproductivo no tenía nada que ver con el placer sexual. También se les asignó la tarea de atender al esposo, educar a los hijos y ser una buena “ama de casa”, pero no más que eso. Mujer desafiante y temeraria, no debería existir en un mundo construido por el sistema patriarcal. Sin embargo, es Alfonsina Storni quien viene a romper con lo establecido. En 1916, se llama a sí misma “loba” cuando trata de despertar la conciencia de las otras mujeres, las que viven como ovejas en un corral y que no saben reclamar por sus derechos. Una escritora que marcó el rumbo de la poesía y de la mujer en la sociedad.
Yo, Alfonsina (una mujer libre), el unipersonal que debutó en 1989 con la actuación de Leonor Manso en el Teatro San Martín, ganó ese mismo año el Premio Estrella de Mar. Hoy contamos con el reestreno de la obra y tenemos la posibilidad de verla en el Teatro La Comedia, dirigida por María Esther Fernández y con la deslumbrante actuación de Guadalupe Berrino.
Alfonsina vuelve para contarnos su vida a través de poemas, donde aborda temas como el amor, la maternidad, la soledad, su lucha por los derechos de las mujeres, su compromiso, su infancia y también la muerte. El mar, importante personaje que cobra vida en la obra, escenario del triste final y cementerio de recuerdos. Memorias de una mujer que le hizo honor al significado árabe de su nombre: “Dispuesta a todo”, casi como una coincidencia de lo que atravesaría en su vida. Escribió en sus libros -de forma directa y subversiva para la época- acerca de la sexualidad femenina, los roles de género y la subordinación al hombre, y también, participó en la defensa del derecho al voto de la mujer argentina y en campañas a favor de la educación sexual integral (ESI) en las escuelas.
Con una actuación completamente entregada de Berrino y una íntima o privada puesta en escena, la obra logra captar una relación de cercanía con el espectador. Lo que permite poder apreciar cada rasgo y sentimiento del personaje. La oscuridad provocada por el juego de luces que dramatizan la escena y desnudan a Alfonsina, a flor de piel. Un guión puro inundado de prosa sensible y conmovedora, mezclada de la lucha feminista que se viene dando desde hace siglos, convierten a Yo, Alfonsina (una mujer libre) en una acertada presentación que cierra con el aclamado aplauso final.